ELLAS HABLAN

En nuestra misión hemos tenido el privilegio de impactar en la vida de muchas personas. A continuación, compartimos algunos testimonios de quienes han experimentado de primera mano el efecto positivo de nuestro trabajo. Sus historias son un reflejo del impacto que juntos podemos lograr y nos inspiran a seguir adelante. ¡Esperamos que te motiven tanto como a nosotros!

Teresa, de 57 años, desde Madrid nos dice:

«La asociación ha significado mucho para mí, por tres razones:

-Sé que no estoy sola en mi experiencia traumática.

-Sé que cualquier otra en mis circunstancias puede contar con una ayuda con la que yo no conté, y quizá salir mejor adelante.

-Es un ejemplo de cristianismo en el que se devuelve «bien por mal»: «A mí no me han ayudado, pero yo voy a procurar hacerlo para otr@s».

¡Gracias y enhorabuena por esta asociación!».

Otras mujeres dan también su testimonio:

«Para mí la Asociación Extramuros significa apoyo incondicional, amistad, un caminar juntos (sinodalidad) hacia la sanación interior, libertad e inserción en la sociedad. Muchas veces he dicho que doy gracias a Dios por haber encontrado dicha Asociación, pues en ella hay personas (muchas) que han pasado lo mismo que tú, que han resurgido de las cenizas y han emprendido un nuevo camino de la Mano de Dios.

La Asociación está allí para brindarte todo el apoyo que necesitas, especialmente y lo que más valoro es que siempre hay alguien que te escucha, que sabe por lo que has pasado y que sabe cómo te sientes porque, también ha pasado por todo eso. Es un “Hogar” para los que no tenemos hogar, es decir un abrigo en esta difícil etapa de nuestra vida.

En lo personal, me aporta mucho, como dije anteriormente: apoyo incondicional, valores humanos y religiosos, ilusión y ánimo por vivir, deseos de superación. Hermanos y hermanas que ya han hecho un camino o que lo están realizando y que te brindan esa fuerza que necesitas para abrirte camino en este mundo. El saber que no estás sola ni que eres la única persona que después de muchos años de vida consagrada te has secularizado».

«Me aporta la posibilidad de defensa legal ante los daños u omisiones de responsabilidad del Monasterio al que pertenecí. Con ello, en primer lugar, visibilizar los perjuicios que se comenten estando dentro de un convento y el abandono que se vive al salir. En segundo lugar, el apoyo legal necesario para enfrentar la situación, sino fuera así sería una carga emocional sería muy difícil de llevar, al salir del Monasterio sin apoyo uno se enfrenta a demasiados frentes para poder sobrevivir, un ritmo muy exigente que dejaría en último lugar una defensa. En tercer lugar, la esperanza de apoyo, una de las principales heridas que he vivido ha sido la decepción de las personas con las que convivía “fraternalmente” y de los espacios que creía seguros, las personas más amables han sido personas con las que no compartía hacía muchos años, que alguien desee ayudar en cualquiera de las situaciones de secularización, en mi caso es una posibilidad de sanación».

«Cuando Hortensia me invitó a pertenecer a este grupo de apoyo a quienes estamos en una situación dolorosa de exclaustración o secularización, me sentí motivada a seguir luchando por lo que considero mío.

No es fácil estar fuera del lugar donde he vivido 33 años mi vocación al Carmelo.

Leyendo los muchos testimonios de personas que han sufrido tanto, incluso el de Hortensia, me he sentido plenamente identificada, lamentablemente, con los miembros del grupo. Amamos la vida del claustro, así como se nos ha presentado. No éramos conscientes que muchas actitudes no eran las correctas según el Evangelio, los mandamientos, pero al menos a mí me hacían pensar que estaba bien, que en la religión esto era lo correcto para poder demostrar mi entrega. Sufrí mucho, abusos de poder, incomprensión, falta de la más mínima humanidad. Y todo había que resolverlo desde lo sobrenatural, todo tenía respuesta si lo miraba de esa manera. Así fue pasando el tiempo y como amaba mi vocación seguí, me adapté por no perder lo que tanto deseaba. Cuando uno toma distancia de esa vida se da cuenta de esos errores y muchas veces prefiere estar fuera viviendo la Ley de Dios a estar dentro de un claustro incumpliéndola».

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