El Prepósito General de la Orden de Carmelitas Descalzos, P. Miguel Márquez Calle, ha publicado con fecha de 21 de noviembre de 2024 una carta dirigida a todas las carmelitas descalzas y a todos los carmelitas descalzos sobre los abusos de poder y los abusos sexuales en la vida religiosa.
Nos alegra observar cómo en la Iglesia se van buscando soluciones a tan grave problema, sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer.
Invitamos a leer dicha carta y a reflexionar sobre sus palabras. Reconoce que han sido los medios de comunicación quienes han puesto en evidencia la presencia de abusos sexuales en la Iglesia y que la institución guardaba en silencio esta realidad pidiendo no hablar sobre ella ni denunciarla. Los medios de comunicación sacaron a la luz los abusos sexuales, pero, como reconoce el P. Miguel Márquez, el abuso sexual es una de las expresiones del abuso de poder. El abuso sexual no es el primero. El primero es el abuso de poder y de conciencia.
Afirma también que por lo general tendemos a proteger al agresor, más bien lo que se hace es proteger a la institución, poniendo a esta por encima de la persona.
Asegura que la Iglesia ha fortalecido las medidas para evitar los abusos y para castigar a los abusadores. ¿Y las víctimas? ¿Qué acciones concretas y eficaces se hacen a favor de las víctimas? En esta carta el P. Miguel Márquez se limita a pedir por ellas. No es suficiente.
Llama la atención cuando afirma: «Es de sobra conocido que, en los últimos años, en las redes sociales leemos publicaciones sobre abusos dentro de la Iglesia, no solo hacia menores, sino también hacia religiosas». Los medios de comunicación, las redes sociales… ellos se han hecho eco de las denuncias de las víctimas y la institución ha reaccionado por presión de la opinión pública, no desde el convencimiento.
Por otra parte, toda la carta está dirigida a las hermanas y a los hermanos carmelitas descalzos que aún viven dentro de la congregación. ¿Y qué pasa con los que se han visto obligados a abandonar la vida consagrada por abusos de autoridad, de poder, sexuales, de conciencia? ¿No los considera hermanos? ¿No hay reparación, ni reconciliación, ni apoyo, ni reconocimiento, ni indemnizaciones?
El Evangelio también es claro en esto: “Si vas, pues, a presentar una ofrenda ante el altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, ve primero a reconciliarte con tu hermano y luego vuelve a presentar tu ofrenda”. Mt 5, 23-24.
Las víctimas sí piden reparación y reconciliación, ¿por qué la institución no se acerca a ellas?
Puedes leer la carta en este enlace: