De víctima silenciada a sobreviviente activa

Mi nombre es Ericka Cancino, soy exreligiosa y sobreviviente de diferentes abusos que sufrí durante cinco años dentro de la congregación religiosa Discípulas de Jesús Buen Pastor, de la arquidiócesis de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México.

Este compartir identifica la cultura de negligencia, mentira y omisiones que ha facilitado un prolongado encubrimiento.

Este sintetizado recuento de la verdad a través de mi experiencia es un acto de sanación y una herramienta para evitar que el daño se repita. Al nombrar lo que me pasó, rompo el ciclo del silencio y convierto mi dolor en un puente de ayuda para quienes aún viven en la sombra.

  1. El origen del abuso: Una naciente congregación y el silencio impuesto (1991-1996)

Después de un año de jornadas, encuentros, retiros y seminarios vocacionales, yo ya había discernido y determinado mi auténtico deseo de consagrarme a Dios para servirle.  La exreligiosa y primera aspirante Adriana Maza Coutiño había concebido este carisma el 24 de junio de 1990 y nuestro obispo Felipe Aguirre Franco, para llevar a cabo este proyecto de Dios, puso como responsables a la madre Silvia, expromotora vocacional de su previa congregación y al padre Salvador, quien era el coordinador de la pastoral vocacional de nuestra diócesis. Inmediatamente los tres asumieron el título, posesión y posición de fundadores que es alimentada, promovida y vista con veneración y santidad, como una extensión palpable de la presencia de Dios en ellos. No se cuestiona por lo que todo lo que digan, hagan, sugieran, recomienden, orienten, piensen: «Es la voz de Dios mismo, por ser ellos los elegidos y contenedores del carisma». Además, eran nuestros superiores, formadores, maestros y, en el caso de Salvador, era el celebrante, confesor, director u orientador espiritual, comía y dormía en el convento… por tanto son nuestros padres y nuestra madre. Este panorama hace que se esté plenamente sumergida, sometida y dominada por su presencia, palabra y poder.

Yo fui la segunda aspirante y mi permanencia estuvo determinada por un estricto control y una profunda manipulación por el privilegio y la supremacía de los fundadores, sobre todo por la madre Silvia que usó como mecanismo central la exigencia de una santa obediencia y me condenó a callarme, encerrándome en un malestar continuo que no solo me trajo la crisis vocacional, sino existencial.

El mandato de silencio absoluto fue el instrumento que permitió: abuso sexual y de poder, manipulación espiritual, abuso religioso, hasta la retención en contra de mi voluntad, pues por tener una familia rica y conocida a los fundadores les convenía tenerme hasta que se lograra adquirir el convento.

Ante cada agresión sexual por parte del ex sacerdote Salvador, la madre Silvia siempre me decía: «Por obediencia no digas absolutamente nada a nadie, ni a tu director espiritual, ni a tu confesor, ni a ninguna de tus hermanas religiosas y mucho menos a tu familia, estos asuntos tan delicados solo conmigo los tratarás».

Aunque logré salir del convento en 1996, esta orden disfrazada de voto de obediencia a ese silencio no solo hizo de mi cuerpo la tumba de mi alma, sino que instauró un trauma profundo que persistiría durante décadas.

  1. El peso del silencio y la retraumatización (1996-2018)

La sombra de mis agresores se extendió mucho más allá de los muros del convento, pues el padre Salvador y la madre Silvia se mantuvieron estrechamente vinculados a mis padres, quienes continuaron apoyando incondicionalmente a lo que consideraban la Obra de Dios. Esta estratégica cercanía era un recordatorio puntual del mandato impuesto: «No digas nada a nadie». Y funcionaba como una amenaza que se intensificó después del 2014 cuando mi madre fomentó aún más su cercanía con ellos, hasta elegir como su director espiritual al padre Salvador y como su amiga y orientadora moral a la madre Silvia.

Aunque recibí atención psicológica durante toda mi carrera, mi trauma fue reactivado por:

  • Encontrarme a mis agresores en el 2014 en la casa de mis padres, contigua a la mía, provocándome una crisis que me llevó a revelar por primera vez a mi esposo e hijos la verdadera razón de mi salida del convento: El acoso ininterrumpido sexual por parte del padre Salvador y bajo el conocimiento y complicidad total de la madre Silvia.
  • En abril de 2015, cuando mi madre viajó con el padre Salvador y la madre Silvia a Tierra Santa y Roma para celebrar sus veinticinco años de sacerdocio.
  • Luego en febrero de 2016, el nombramiento del padre Salvador como Misionero de la Misericordia por el Papa Francisco, que representó una profunda contradicción.
  • Las salidas constantes de mi madre y la madre Silvia, junto con las frecuentes visitas de ambos victimarios a casa de mis padres, quienes no dejaban de hacer grandes donaciones económicas, construcciones y regalos (autos) al convento.
  • Finalmente, en agosto de 2018. El festejo de los cuarenta años de vida apostólica de mi madre dentro de la Iglesia. Gran celebración en el convento con mis agresores que quedó impregnada en las fotos del recuerdo en las paredes de su casa y oratorio y, a pesar de la dimisión de Salvador y la separación de Silvia, solo fueron retiradas años después.

Estos eventos afectaron gravemente a mi salud, pero la necesidad de procesar los duelos, daños y traumas retenidos y acumulados me impulsó a estudiar Tanatología y a tener atención psicológica y psiquiátrica.

  1. La ruptura familiar tras revelar el secreto en octubre de 2018

Hasta que después de veintiséis años me quité la mordaza virtual y narré a mis padres y hermana los abusos sufridos. Al principio, mostraron indignación, enojo y una aparente solidaridad, pero días después, en una sola mañana se dio la prohibición maternal, avalada por la desestimación paternal y sostenida por la inacción fraternal, pues mi madre me ordenó explícitamente: «Te prohíbo que vayas con el señor obispo y con tu hermano y les digas algo de todo lo que nos dijiste». Con lo que mi padre, por su parte, me instó a «olvidarlo dándole vuelta a la página», a «entregarlo todo en las manos de Dios» y «ser feliz con mi esposo e hijos» y mi hermana solo se limitó a escucharme, sin ofrecer palabra o acción de apoyo.

El impacto de esta nueva y dolorosa capa de victimización integrada de perplejidad, desconcierto y devastación, no provino de su incredulidad, sino de su nula preferencia hacia mí. Su comportamiento después se desbordó en atender y defender al sacerdote y a la religiosa, priorizando la opinión pública por encima de los sufrimiento y sentimientos de su propia hija. Ante la soledad y el consejo de sacerdotes y laicos de «entiéndelos y acéptalos», «honra a tu padre y tu madre» y «por amor a la familia», quedé relegada una vez más al silencio.

En mi confesión también supliqué que ya no se relacionaran con los fundadores y ya no fueran o ayudaran al convento, pero fueron ignoradas todas mis peticiones.

  1. El punto de inflexión: De la denuncia eclesiástica a la exposición pública (2020-2022)

El momento que me transformó de una sobreviviente silenciosa a una denunciante activa llegó en mayo de 2020. El impulso fue la frase de una película sobre abuso sexual que me interpeló:

«Es que si tú hubieras hablado nos hubieras evitado tanto sufrimiento». Y «¿Pensaste en lo que tu silencio significaría para el resto de nosotras?».

Movida por la aflicción de pensar en otras posibles víctimas y con el apoyo incondicional de mi esposo, decidí hacer mi denuncia eclesiástica y con ella me enteré de que el padre Salvador por segunda vez estaba suspendido y recluido y tenía prohibido llegar al convento.  Esto me convenció a continuar y resistir el alto costo personal: la fractura con mis padres por haberlos desobedecido y retirarme de mis apostolados y vida evangelizadora por el rechazo y señalamiento de sacerdotes y laicos.

Soy una sobreviviente, felizmente casada y realizada como mujer, esposa, madre y profesionista. Pero en este crucial momento sentí que se encendió mi verdadera vocación: Hacer el bien. Y retomé y asumí mi condición de profeta, donde denunciar lo incorrecto, indebido y falso es una extensión de anunciar el evangelio. Porque el deseo de ser santa y estar algún día en presencia de Dios aún persiste fuertemente en mí, aunque quizás sea como Mártir de la Verdad.

El proceso que llevó el caso al dominio público se desarrolló en varias etapas clave:

  • La insolencia de la transigencia: El 12 de octubre de 2021 estuve en la palapa de mis padres, por más de tres horas seguidas con monseñor Felipe Aguirre, abordando nuestros casos y los de otras víctimas más «que eran todas de su conocimiento». Le solicité su acción e intervención ante el padre Salvador y la madre Silvia y todos los victimarios(as) adicionales que están señalados(as) y denunciados(as) en nuestros documentos, pero no hizo absolutamente nada, al contrario, en eventos públicos siguió mencionando y pidiendo oraciones por los fundadores, el padre Salvador (ya dimitido) y por la salud de la madre Silvia (ya separada).
  • El intento de encubrimiento (2 de febrero de 2022): La autoridad eclesiástica nos informó de la dimisión de Salvador, pero nos pidieron silencio, argumentando la necesidad de «no dañar a nuestra Iglesia», «evitar escándalos» y «cuidar la buena fama del prójimo (Salvador)». Además, con la religiosa Silvia no harían nada «porque ya está grande y enferma».
  • La falsa narrativa de Salvador: Al día siguiente, él publicó un video atribuyendo que después de un largo periodo de discernimiento de la voluntad de Dios (tercera suspensión), había decidido convertirse en monje oblato con los benedictinos en Teocelo, Veracruz.
  • La acción colectiva: Al descubrir este engaño, las víctimas decidimos hacer pública la verdadera razón de su dimisión.

https://www.facebook.com/aztecachiapas/videos/542853523415492/?extid=WA-UNK-UNK-UNK-AN_GK0T-GK1C&mibextid=2Rb1fB&ref=sharing

  • Primeras exposiciones públicas (noviembre 2022): Con la importante intervención de la organización Spes Viva, que nos escuchó y nos ofreció apoyo psicológico durante meses, dimos a conocer nuestro caso, lo que atrajo la atención de los medios de comunicación y nuestra voz permitió que conociéramos, escucháramos y ayudáramos a formular el testimonio de otras víctimas más: Segundo Foro Spes Viva Derechos de la infancia ante pederastia clerical.

https://youtu.be/XzK9MOjpNRU?si=LHvgFCB37rkEiUBd

Esta exposición inicial marcó el comienzo de una lucha más amplia, escalando la denuncia desde el ámbito local al internacional, ya que el 27 de julio de 2023, la organización internacional Bishop Accountability denunció públicamente al obispo local y a los fundadores de nuestra congregación, lo que consolidó y dio fuerza a nuestro grupo de víctimas.

https://www.bishop-accountability.org/obispos-mexicanos-acusados-de-complicidad-en-casos-de-abusos-sexuales-cometidos-por-clerigos-la-lista-inicial/

  1. La lucha institucional: De Roma a la decepción local (2023-2024)
  • El 2 de octubre de 2023: Con la determinación de buscar justicia en los niveles más altos de la Iglesia, llevé nuestra causa a Roma y entregué personalmente en el Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada trece denuncias de nuestra arquidiócesis (nueve de nuestro caso contra la hermana Silvia y cuatro de otra contra su fundador con el mismo sistema de abusos).
  • 10 de octubre de 2023: Las denunciantes fuimos convocadas ante la Comisión de Protección de menores y Adultos Vulnerables, ex coordinada por el presbítero José Luis Espinoza Hdez., quien también era el encargado de la vida religiosa y es el actual vicario general de la arquidiócesis, a quien identificamos como parte del problema y no de la solución.
  • 4 de diciembre de 2023: Se estrenó el documental Tinta fresa Chiapas que amplificó significativamente la difusión de nuestro caso.

✝️ Con Dios y con el Diablo     https://youtu.be/kVefLJkMCk0?si=ziPHxDE9Z8tgVn6z

  • 13 de diciembre de 2023: Recibimos la carta del cardenal João Braz confirmando la recepción de nuestras denuncias. Esto reveló que nuestras congregaciones ya eran de su conocimiento, desde 2014 la nuestra y 2018 la otra congregación.
  • En una entrevista del Settimana News de 2017, el propio cardenal Braz admitió: «Hay alrededor de setenta nuevas familias religiosas en las que habían centrado su atención y quince fundadores estaban bajo investigación». Estamos seguras de que somos parte de esta noticia, porque en una congregación religiosa católica no deben darse ni existir innumerables y constantes desviaciones y abusos y si los hay, entonces ya es una organización sectaria dentro de la Iglesia y eso, eso ya no es de Dios.
  • Finales de 2023 y principios de 2024: Se llevó el proceso canónico contra la hermana Silvia López Pérez, cómplice y encubridora del ex sacerdote Salvador, el cual concluyó con una resolución que ignoró y desestimó nuestros testimonios porque «ya prescribió, por falta de pruebas físicas y contundentes» y el hecho de que la hermana Silvia «lo negó todo». Con lo que la autoridad eclesiástica local resolvió «separarla y recluirla en la comunidad religiosa de Guadalajara».
  1. Conclusión: De víctima silenciada a una sobreviviente activa

Este resultado indignante y frustrante que reveló la profundidad del encubrimiento institucional y la ineficacia de los procesos canónicos, no me dejó en un testimonio de victimización, sino que se transformó en una clara y decidida misión de vida:

Identificar, señalar, desterrar y detener este sistema de diferentes abusos ya normalizados dentro y fuera de la vida religiosa y proteger y defender la VERDAD e integridad de l@s jóvenes, sobre todo los que optan por la vocación a la vida consagrada y evitar se trasgreda su esencia y derechos de adultos vulnerables.

Mi compromiso actual es seguir formándome e informándome, conectar con otras organizaciones de sobrevivientes a nivel internacional y, fundamentalmente, acompañar a más víctimas en sus propios procesos para ayudarlas a sanar, recuperarse y de ser posible denunciar canónica o civilmente.

Entiendo que una historia que no se conoce pierde su capacidad de influir y transformar, llevando a la repetición del abuso. Por eso cada voz cuenta para exponer y contabilizar, porque el bien que se logre en un caso es beneficio para todas las víctimas.

 A tod@s los que han sufrido en silencio, les ofrezco mi apoyo y les hago una invitación directa:

¡Rompe los barrotes de la impuesta prisión invisible! Vamos: ¡NO ESTAS SOL@!!!

 

 

 

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Asociación Extramuros
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