¡¡EL DAÑO TAN PROFUNDO A NUESTRA FE, A NUESTRA VOCACIÓN!!

Me encontré con el testimonio de Hortensia en YouTube. Me gustó la forma clara y valiente (sin ofender a nadie) de dar a conocer una realidad de la Iglesia católica, muy poco conocida. Inmediatamente me puse en contacto con ella, me dio a conocer la Asociación Extramuros. Siendo Hortensia consagrada y yo laica, la vivencia de abusos en diferentes ámbitos de la Iglesia es la MISMA. Y el daño es el MISMO.

¡¡El daño tan profundo a nuestra fe, a nuestra vocación!!

Para mí es importante que está realidad de abusos de todo tipo salga a la luz, es la única forma de parar todo el mal que se está haciendo en nombre de la Iglesia. Y como víctimas, mi familia y yo, puedo decir que mi experiencia de dar a conocer estos abusos perpetrados por sacerdotes, prioras, catequistas… todos ellos agresores, cada vez me hace más fuerte y me va curando… ¡¡aunque a veces escuece mucho!!

Mi marido José Luis y yo, Sandra, junto con nuestros diez hijos, somos una familia que hemos sido miembros y hemos servido a la parroquia Santo Tomás y San Felipe Neri de Valencia desde hace veinticinco años, durante los cuales hemos pertenecido a El Camino Neocatecumenal.

En 2009 fuimos destinados a Taiwán (China) como familia misionera y hemos servido en dicho país hasta 2018. Nuestros responsables de El Camino Neocatecumenal en Taiwán eran los catequistas Stefano Cianferoni y su mujer Letizia Cianferoni, el sacerdote don Ottavio Scomparin y un catequista laico, Enmanuele. La directriz más clara y única que teníamos desde nuestra llegada en 2009 a Taiwán era la obediencia absoluta a los miembros anteriormente referidos.

Desde nuestra llegada nos sentimos muy arropados por todos los parroquianos, lo que nos facilitó desde un principio el gran choque cultural que supuso este cambio para nuestra familia. Económicamente no eran tantas las facilidades, ya que dependíamos desde un principio de la Iglesia católica, pues sin ella no podíamos pagar el alquiler para continuar con nuestra misión, y no siempre llegaba. Cuando faltó ayuda en el alquiler por primera vez, los responsables taiwaneses nos ayudaron, sin embargo, cuando volvió a ocurrir nos dijeron textualmente: «Hemos hablado con Kiko y nos ha dicho que si la comunidad de origen no os ayuda os tenéis que volver a España», siendo esta una de las primeras ocasiones en las que nos sentimos «abandonados».

Desde entonces, 2017, comenzamos a ver ciertas actitudes y comentarios que no considerábamos acordes a los principios y creencias promovidas por la Iglesia católica, tales como comentarios del sacerdote Ottavio referidos hacia nuestros catequistas:

«Si Stefano y Letizia se equivocan, el Espíritu Santo pasa a través de ellos, si hacen daño con sus actuaciones, es voluntad de Dios y lo ha permitido por vuestro bien».

A finales de abril de 2017 se celebró la boda de nuestro hijo mayor, en un encuentro después de esta empezamos a vernos realmente atacados y violentados verbalmente por parte de Stefano y Letizia, los cuales con gritos y delante de todos los demás hermanos presentes nos dijeron:

«¿Tus hijos no estaban borrachos?».

«¿Estás seguro de que no estaban borrachos?».

«Tus hijos son unos borrachos».

Tras el incidente, comenzamos a cuestionarnos qué estaba sucediendo, momento exacto en el que nos comunican que el párroco dejaba la misión puesto que le dijeron que «no se había dejado ayudar por Stefano y Letizia» y «quería destruir la misión». Este fue el segundo momento en el que nos sentimos profundamente apartados por el resto de nuestros hermanos de misión, pues cuando se nos convoca en reunión a mediados de julio de ese mismo año y salimos en defensa del párroco, cuestionando por qué se le había dejado solo, volvemos a recibir como respuesta un silencio sepulcral por el resto de misioneros sin ningún tipo de explicación ni justificación. Momentos después, algunos trataron de «convencernos» de que todo lo que hacían Stefano y Letizia era por nuestro bien.

A mediados de octubre de 2017 fuimos requeridos por Stefano quien de forma violenta nos espetó:

«¿Qué pasa con vosotros?»

Durante las siguientes dos horas y media de reunión se produjeron todo tipo de ataques verbales, presiones y gritos por parte de Stefano y Letizia e incluso por parte del sacerdote don Ottavio, los cuales quedaron anotados. Letizia continuamente increpaba:

«Sandra eres una mala madre»

«¡SOBERBIA! ¡Cállate! Eres una mala madre, mira cómo educas a tus hijos, por eso tus hijos están como están, nosotros estamos rezando por ellos».

Stefano por su parte nos gritaba:

«Queréis destruir la misión».

«Nos odiáis, os vamos a echar de la misión»

«José Luis, tú que eres tonto dejas que tu mujer, que está loca, dirija la familia… así están vuestros hijos».

 Letizia, a su vez, decía mientras dirigía el brazo de forma violenta en dirección a Sandra:

«A ti lo que te pasa es que nunca te han dado un bofetón».

«Eres una maleducada, tu padre nunca te ha dado un tortazo bien dado, por eso hablas con esa soberbia».

Tras más de dos horas soportando toda clase de ataques, nuestra única respuesta era que queríamos continuar en la misión y que nosotros no los veíamos con odio. A partir de ahí, intervino el rector diciendo que nos iba a traducir por si había confusión por el idioma, ya que Stefano y Letizia son italianos. El rector nos dijo:

«Ellos son vuestros catequistas. Vosotros sois pecadores, el pecado os ciega, no os deja ver; y ellos, que son vuestros catequistas, ven que los odiáis».

En todo momento respondemos que no hay odio en nosotros, y que por tanto no lo íbamos a reconocer, a lo que continúan insistiendo:

“Para eso estamos aquí para obligaros a que lo digáis”.

Stefano nos vuelve a decir:

«Nos odiáis, no os dejáis ayudar… os vamos a echar de la misión».

El sacerdote, una vez más, al ver que decíamos que no había odio en nosotros:

“No podéis hablar así a vuestros catequistas, soberbia, ponte de rodillas y pide perdón… ¡te vas ir al infierno!”.

Stefano, finalmente, viendo que no nos dejábamos «ayudar» da por concluida la reunión:

“Os tenéis que ir de la misión, no habéis hecho El Camino Neocatecumenal bien, tu marido que es medio tonto y no dice nada, deja que tú que estás loca gobiernes la casa… si os he ofendido en algo os pido perdón”.

Durante toda la reunión, la forma en la que se referían a nosotros y nos gritaban todos los presentes eran realmente agresivas, el ambiente absolutamente insufrible y se acompañaban de caras de auténtica furia, de estar fuera de control, y por supuesto los gestos físicos eran totalmente desproporcionados, llegando incluso a ponerse Letizia justo delante de nosotros pareciendo que a Sandra le iba a dar una bofetada.

Tras lo acontecido, decidimos aguardar para preservar la fe de la familia tal como nos recomendó nuestro párroco, hasta que por fin nuestro responsable de la comunidad se pone en contacto con nuestro catequista de España para comprarnos billetes de ida y vuelta para pasar las vacaciones y poder hablar con nuestros catequistas españoles sobre la situación. El 4 de julio de 2018 volvemos a España, concretamente a Valencia por vacaciones, muy ligeros de equipaje, con el fin de poder llevarnos a la vuelta a Taiwán numerosos productos de nuestro país, y nos hospedamos en casa de la madre de José Luis ya que no disponíamos de una vivienda propia.

Ya en España, el 7 de julio de 2018 nos reunimos con nuestro párroco y equipo de catequistas para poder informarles de todo lo acontecido. El párroco, tras preguntarnos qué había pasado en la boda de nuestro hijo, sin dejarnos contestar y sintiéndonos totalmente indefensos nos dice:

«No hace falta hablar más, la decisión está tomada. ¡Os quedáis!».

Nosotros tratamos de explicarnos y decir que queremos volver a Taiwán, toda nuestra vida está allí junto con nuestros dos hijos mayores que no habían vuelto por vacaciones con nosotros, y nuestra obligación con El Camino, a lo que nuevamente la respuesta es negativa y despreciativa:

«¿Qué queréis, que deje yo El Camino? La orden viene de arriba y os quedáis. El que obedece no se equivoca».

A partir de la reunión, puesto que se nos ordena obedecer, nos quedamos en España a pesar de no tener trabajo, casa, plaza en el colegio para nuestros hijos, ni una forma de sustentarnos, y ni tan siquiera equipaje suficiente, puesto que para nosotros «desobedecer las órdenes era impensable».

Finalmente, en octubre de 2019 y debido a nuestra situación económica y nuestro desamparo, fuimos recogidos por Cáritas parroquial y pasados a Cáritas diocesana como familia en riesgo de exclusión social de urgencia. Continuamos a día de hoy al servicio de la Iglesia.

Toda la situación que nuestra familia ha tenido que vivir nos ha supuesto un profundo daño, hemos tenido que soportar un aislamiento brutal e injustificado por parte de los que han sido nuestros hermanos en El Camino, así como el desprecio que esto ha supuesto para nuestra familia, pues hemos dedicado toda nuestra vida y la de nuestros hijos como misioneros a El Camino y a la Iglesia, sin percibir retribución por ello, sin Seguridad Social y con desplazamientos territoriales, en condiciones frecuentemente deplorables, y sin nada más que nuestra fe y, a pesar de ello, se ha actuado sin respetar nuestros derechos.

Además, hemos sido presionados por aquellos que debían ser nuestro mayor apoyo, tratando de hacernos creer que no somos merecedores de nuestra fe.

Nunca fuimos escuchados cuando pedimos ayuda, y se nos dejó totalmente desamparados y abandonados en España.

Todos estos actos han sido realizados por personas a las cuales les hemos entregado nuestra vida y hemos servido desde hace veinticinco años sin esperar nada a cambio, más que respeto. La huella psicológica de todo lo sucedido es imborrable.

Suscríbete a Nuestra NEWSLETTER

Asociación Extramuros
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.